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¿QUÉ ES PARA MÍ TEOLOGÍA?


Hasta ahora el esfuerzo de la teología por establecer su estatuto científico la ha llevado a cimentarse en palabras comentadas. La teología cristiana se viene mostrando como palabra comentada. Y esto tiene sus razones epistemológicas de fe. El texto, “En el principio era la Palabra”, sirvió de fundamento a un sistema de participación: existe la Palabra eterna, perfecta, luz, aquella que crea, aquella que sale de la boca del Dios absoluto. Esa Palabra se escribe con P mayúscula, se trata del Logos de Dios, L y D, escritas con iniciales mayúsculas. Así se significa la sublimidad de dicha Palabra. Pero existen también palabras de los humanos. Estas palabras son vistas como milagro en la boca humana. ¿Qué otra explicación se puede ofrecer a mentes que ven en la divinidad la razón de todo don? Pues sencillamente que las palabras humanas participan de la Palabra de Dios (Modelo del espejo). No en vano el verbo especular (hacerlo con palabras) significaba poner un espejo enorme durante la noche para trazar sobre él aquel reflejo de las estrellas para trazar un mapa del cielo. Eso era especular. Y lo sigue siendo en gran medida. Esta idea se hizo más fuerte con el misterio cristiano: “y la Palabra se hizo carne”. Ya no hay razón para un cristiano para dudar que la palabra humana es encarnación de la de Dios. Con esto último se consolidó un sistema filosófico y teológico de participación.

A partir de entonces, la teología se esfuerza por comentar la Palabra eterna a través de las palabras humanas. Y como se trata de comentarla por medio del sistema de participación, entonces serán necesarios: a) estructuras, b) métodos, y c) técnicas. La teología se convierte en: a) una episteme (estructuras), b) una Frónesis (métodos), y c) en una técné… (Según el modo aristotélico de ciencia). Esto lo puedo decir de otra manera: la teología sacrificó las palabras en función de la Palabra eterna, y erigió su templo en las ruinas de dicho sacrificio.

Hay sin embargo, una posible salida. Me imagino que deben haber muchas más, pero me atrevo a contemplar una: la palabra libre tanto de un posible Dios como del ser humano; palabras nadando como peces en el río. Y sin distinción de P o de p.

Con esta idea quiero dejar a un lado el uso conceptual de las palabras. Me refiero al aporte de Ricoeur sobre las palabras como metáforas vivas versus la lexicalización de la metáfora, la muerte de la metáfora. ¿Qué es un concepto? Es el sacrificio de la vida de la palabra. Por eso, la teología que se desvive por comentar la Palabra eterna viene siendo el culto satánico de la muerte donde se sacrifica la vida. ¿Qué sería entonces la teología? Esta pregunta ya me pide una definición…pero no la daré de manera conceptual, sino como metáfora: es el magisterio en la conciencia del soplo de Dios. Soplo como Ruah que inspira (no como participación) al teólogo a hablar. No a comentar la eterna Palabra bajo el auspicio de la participación, sino a expresar  libremente cuanto bulle en su conciencia. El teólogo es un poeta libre de Dios libre.                                   

  Vicente Valenzuela Osorio, Stud. Th. Pontificia Universidad Javeriana, 2011-10-05       

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