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¿QUÉ ES TEOGRAFÍA? La verdad no es autónoma.

¿Qué es teografía? Es la descripción de la Presencia de Dios en la contingencia del lenguaje.

Cf. Miles, Jack. Dios. Una biografía. Ed. Planeta. España. 1996; Rorty, Richard. Contingencia, ironía y solidaridad. Ed. Paidos.  Barcelona. 1991; Avery, Dulles. El  oficio de la teología. Herder. Barcelona. 2003; Bevans, Stephen. Modelos de teología contextual. Verbo Divino. Quito. 2005.

 

 Descripción, no comprensión.  La palabra comprensión sugiere que ‘allá afuera’ existe la verdad. A medida que se investiga en los datos y sentidos, el nivel de comprensión aumenta. Ya lo decía Ricoeur, en su frase popularizada, a mayor explicación, mayor comprensión. Entiéndase explicación y comprensión según Dilthey; la primera se refiera  a las ciencias fácticas, la segunda, a las del espíritu. Se dice que un científico descubre. O sea, pela las capas del mundo para hallar la verdad y registrarla en una fórmula. Con su descubrimiento ayuda a la comprensión de los fenómenos. La palabra comprensión sugiera que la verdad puede ser descubierta. En cambio, la palabra descripción da a entender que la verdad no es autónoma. No se trata de buscarla en ‘afuera’, sino de construirla. La verdad no se descubre, se hace. Construir la verdad significa describirla, y para ello es indispensable la metáfora. La metáfora es descripción, no es comprensión. Una metáfora (Modelo) nunca es definitiva. Se agota cuando su fuerza descriptora se hace literal.

Presencia, no Revelación. Comprender significa que existe ‘afuera’ la Revelación. Esta sería un ‘hecho’, un dato exterior, que se debe buscar como quien busca una aguja en un pajal, o descubrir, como pelar una cebolla; se basa en el modelo-metáfora del teatro o de la máscara: una persona, o los personajes se van mostrando poco a poco. En cambio, describir significa romper el modelo de Revelación como alguien que se va mostrando, y pasar al modelo de Presencia. La presencia no se comprende, se describe. Describir significa que cualquier referencia a Dios está mediada por el lenguaje. La verdad no es independiente del enunciado o proposición. Es más, antes de ver la verdad o falsedad de una proposición, se hace más urgente observar la pertinencia del léxico que compone dicha proposición.  No existe la verdad ‘afuera’, sino como construcción del lenguaje. Y el lenguaje como  coincidencias momentáneas del léxico. El léxico pasa por el proceso de la metáfora. En conclusión, la Teografía describe los modelos-metáforas de Dios en la historia de salvación.

Contingencia, no necesidad. Lo necesario es parte del léxico último aristotélico-tomista para referirse a una condición. Es la literalización de la metáfora que describe aquello que no puede morir (Occidere con ne-cessum), lo que no cesa, lo que no se puede aparar o dejar a un lado. Sugiere que en el mundo hay principios que no mueren, necesarios. Y quien logre descubrir dichos principios, habrá alcanzado en gran medida la verdad. Pero esta visión continúa creyendo que la verdad está ‘ahí afuera’. En cambio, lo contingente (aunque también hace parte del léxico obsoleto), se refiere a lo que concurre, que pasa; es algo que toca y que pasa, ocurre, toca. Por eso, se aplica a la descripción de la presencia de Dios; descripción que es metafórica.

 

 

Ocurre, no acontece. La palabra acontece, ‘Dios acontece’, sigue manteniendo el estatus de ‘verdad afuera’ como si fuera independiente del enunciado. Decir que Dios acontece es lo mismo que si se dijera que Dios se revela, se deja ver, se descubre. Se trataría de un Ser necesario que decide mostrarse. Y el mejor método teológico será aquel que logre descubrirlo. En cambio, la palabra ocurre se relaciona con contingente. La presencia de Dios ocurre, no acontece. Ocurrir es darle paso a la creatividad, aquella que compone nuevas metáforas, nuevos léxicos para describir la presencia de Dios. Aunque ocurrir y acontecer conservan una misma etimología, acontecer, es más elaborada desde los términos obsoletos de la metafísica.

 Contingencia del lenguaje, no necesidad de la metafísica. Ni la metafísica se salva de la metáfora. Ella es la literalización de lo que en alguna época fueron modelos o metáforas (Contextualización de la metáfora). Urge contextualizar la metafísica para clasificarla bajo el estandarte de: lenguaje contingente. Sus metáforas sirvieron en su tiempo a Aristóteles para describir su realidad. Pero actualmente forma parte del basurero de chatarra obsoleta.  Si el lenguaje es contingente, o sea, ni siquiera el lenguaje es un vehículo definitivo, entonces, no existe una metáfora definitiva. Y esto aplicado al campo de la biblia: las metáforas que usa para hablar de Dios deben ser contextualizadas, y no serán definitivas. Siempre habrá nuevas descripciones  (incluso la que formulo aquí). En conclusión: La metáfora de Dios no es definitiva, siempre está cambiando, según el contexto de cada época.

Teografía, no biografía. Biografía es el relato que se hace de una vida, un personaje. Es recontar una vida. Esto se puede hacer con la metáfora de Dios siempre y cuando sea visto como el personaje de una obra de teatro. Por ejemplo, concebir la biblia como una obra y a Dios como el personaje central. Sin embargo, más que describir el contexto de la metáfora,  busca un hilo coherente-lógico para desarrollar la personalidad, en este caso de Dios. En cambio, la palabra Teografía sugiere la exposición de los nombres de Dios como modelos de lenguaje contingente, contextualizados. Esto no cierra la posibilidad de re-describir a Dios, incluso al nombre Dios ya que también es una metáfora tan antigua como la humanidad. (Para no ir tan lejos, los indoeuropeos ya articulaban el sonido del trueno después del relámpago, Deiwos. Esto sugiere que Dios es una onomatopeya del trueno. Y así se literaliza entre los griegos como Zeus-Theos y entre los romanos como Jovis-Deus). ¿Será la palabra Dios parte de un léxico obsoleto?

¿Qué significa que Dios es léxico obsoleto? No se trata de la negación de Dios, sino de la manera de explicarlo. Decir que es léxico es afirmar que su presencia se construye. Construimos a Dios. Lo hacemos principalmente con el lenguaje (y el lenguaje como léxico contingente). La presencia de Dios entre nosotros es aquella que cada creyente construye. El creyente debe construir con su vida-lenguaje-léxico a Dios.  

 

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